Cap4

Después de aquello me llevó a casa, la cala desierta no estaba lejos de la ciudad. Quise contarles aquello a Fresia y Andra, pero de repente se me olvidó todo, no recordé nada, al menos nada relacionado con un chico de pelo castaño y ojos negros y un perro blanco y orejas marrones.

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(Algunas partes serán diarios de otras personas) Diario de Kin:

La dejé en su casa, y en seguida me arrepentí de haberla besado, porque sabía que Ellos se enfadarían. Encontré a Rayo vagueando por la playa, esperándome y cuando me reuní con él. Ya no estábamos en la playa, estábamos en la casa de Ellos. Él, Frinko, con su mirada de hielo, se mostró frío e indiferente, como siempre. Él, Sasco, con sus ojos dorados, mostraba la más grande de su ira. Y Ella, Cinza, con sus ojos verde claro, se mostraba serena, pero con un brillo severo.

-¡Idiota, no tenías que besarla! – me gritó Sasco.

-No pude evitarlo.

Respondí. Tenía algo de miedo, pero mi voz no tembló al decir aquellas palabras.

-Acéptalo, Sasco, aunque queramos, no podemos evitar lo que siente. – dijo Cinza suavemente.

-¡Pero no debe mezclarse con ella!

-Lo sé, y ha cometido un error, pero por lo que he podido comprobar, ella siente lo mismo.

-¡Y qué nos importa! Ella no es importante. La importante es la feérica.

-Ya sabes que ella y la feérica están relacionadas…

-¡Pero ella es una mestiza! ¡Nadie debe cruzarse con ella!

-Calla, General. – intervino por fin Frinko. – No debes subestimar el poder de una Mestiza, sobre todo si ha conseguido cautivar a un Sangre Pura.

-¿Puedo preguntar algo? – dije con firmeza.

-Adelante, Hijo de la Luna de Sunkian. –me alentó Cinza.

-¿Por qué ella es la única mestiza de sus hermanos?

-Simple genética.

Asentí.

-Pero ya da igual, porque les he borrado la memoria a toda su familia de todo lo que tenga que ver contigo. – dijo Sasco orgulloso.

-¿Qué? O.O -casi grité.

-Eres tonto. >=( - dijo enfadada Cinza.

- -o- Deberías haberte callado desde el principio. – dijo Frinko, indiferente.

- Vuelve a la Tierra y procura no volver a meter la pata, Kin. – dijo Sasco tranquilamente.

Apreté los puños e hice un leve gruñido.

-Sí. – les dije a Ellos en voz baja, y volví a encontrarme en la playa de la Tierra.